Trabajar con pequeños genios todo el verano te llena de una enorme satisfacción, aprendes un millón de cosas nuevas y, sobre todo, aprendes a enseñar. Mis reflexiones veraniegas se basan en esta sencilla frase que lo dice todo:
Cada mente es única, de ahí que la forma de enseñar a cada persona sea totalmente diferente.
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